martes, 13 de marzo de 2018

Los trabajos que no fueron (Parte I de II)

Siempre llega un momento en la vida del estudiante en el que toca dar un pasito más e ir haciéndose hueco en la jungla... digo, en el mundo laboral.

Aunque lo de la jungla no dista tanto de la realidad. Realidad que se empieza a observar durante los últimos años de estudios, en los que sobrevive el más fuerte y, en ocasiones, el mejor adaptado al medio.

En mi caso, el momento en que decidí empezar a abrirme paso en el mundo laboral "de lo mío" fue allá por Octubre de 2012, cuando visité por primera vez la feria de empleo que se organiza anualmente en la Universidad Carlos III de Madrid, Foroempleo. 

Aquí se reúnen un buen número de grandes empresas multinacionales de todos los sectores. Desde sus stands se dan a conocer y realizan tanto actividades, charlas como macro-procesos de selección, o como lo llamo yo: Pesca de arrastre, dirigidos sobre todo a estudiantes de último curso de carrera y/o Máster.

Tengo entendido que durante los últimos años muestran bastante interés por los estudiantes de Ciclos Formativos gracias al programa de Formación Dual. Lo cuál es una muy buena noticia y una gran oportunidad para estos/as estudiantes.

Podéis ver qué empresas se dieron cita el pasado año 2017 aquí

Una de las empresas asistentes en aquel año 2012 era una potente consultora americana, de la que no daré más señas (ni de ninguna otra empresa) para mantener el más estricto anonimato. 

Esta empresa organizó uno de estos macro-procesos de selección (para encontrar becarios) en la misma Universidad que se iniciaba con una jornada de "Desayunos de trabajo - Foroempleo". Esta jornada no tiene otro fin que dar a conocer la empresa entre los/as estudiantes. Claro, para estudiantes que aún no han salido del cascarón, como quien dice, una presentación de una empresa multinacional en la que te cuentan y pintan todos sus éxitos y bondades te deja con la boca abierta. 

Posteriormente, tras entregar una copia del CV e inscribirte en su plataforma de candidatos siguen con el proceso y, si cae boca arriba te convocarán para la primera fase (formal) del proceso de selección: Una entrevista grupal. 

No es el objetivo de esta entrada narrar cómo o de qué tipo han sido las entrevistas en las que he participado; todo a su debido tiempo. 

Así que, diremos que tras finalizar esta primera fase (tan sólo 5 horas después de haberla empezado) recibí una carta por correo electrónico en la que me felicitaban por haber superado el "difícil" proceso de selección. Tendría la gran suerte, tras la primera entrevista que realizaba, de incorporarme como becario en tan importante empresa. 

Que se pare el mundo. Ya sabía yo que algo tenía. Han logrado ver mi talento innato y no les ha hecho falta más que una entrevista grupal para hacerlo.

Como decía la carta, sólo quedaba esperar a que me asignasen el proyecto al que me incorporaría. Perfecto.

Esperé y esperé. Di los típicos 2 meses de cortesía y no pude resistirme, impaciente de mí, a llamar.
- "Tranquilo, te seguimos teniendo en cuenta, pero puede que se alargue más de lo previsto por diversos motivos"
- "Ah, vale. Ya me estaba empezando a asustar. No os preocupéis. Muchas gracias".

No quise parecer demasiado agonías y esperé 3 meses más hasta que volví a llamar.

- "Uy, lo sentimos mucho. En ocasiones los procesos de selección se alargan más de la cuenta"

¿Y si sólo me estaban dando largas? No creo, una empresa tan grande e importante no trataría nunca así a sus futuros empleados. Yo, mientras tanto y a día de hoy (5 años después), sigo esperando esa llamada que me asigne mi proyecto como becario. No pierdo la fe.

Proseguí con mi búsqueda activa de empleo (beca). Intenté aplicar la misma estrategia que había observado tiempo atrás, la de la pesca de arrastre y la verdad es que no fue mal. Rara era la semana que no concertaba una entrevista. Otra cosa era que diese sus frutos, más allá de la experiencia adquirida en las labores comerciales de lo que ahora llaman marca personal.

Marzo de 2013 fue un mes en el que participé en una media de 2-3 entrevistas semanales. Una de ellas fue con otra importante empresa multinacional, esta vez nacional y, esta vez constructora.

En una misma mañana ventilamos todas las fases habidas y por haber de un proceso de seleción: examen psicotécnico, prueba de inglés, entrevista personal con RR.HH. y entrevista personal con el director de proyecto. Unas 4 horas en total.

Esta vez, la decisión llevó su tiempo, casi un mes. Tras el mes de espera recibo una llamada del director de proyecto, comunicándome que no sólo había superado el proceso de selección sino que, si aceptaba, ya tenía fecha de incorporación. AHORA SÍ.

Por supuesto que aceptaba. Tanto fue así que, recibí llamadas de alguna de las empresas (3) en las que estaba participando sus diferentes procesos de selección para realizar nuevas entrevistas al superar las fases previas. 
No quise hacerles perder el tiempo, ni perderlo yo. Elegí tener pájaro en mano y no participar en nuevas entrevistas y procesos.

Se acercaba la fecha (2 días) en la que me debería incorporar y llamé por teléfono al director del proyecto para pedir algo más de información sobre mi incorporación.

Cuál fue la sorpresa cuando, ¡OH, sorpresa!, finalmente no me podían contratar debido al proceso de ERE en el que estaban inmersos en aquel momento y que les impedía (legalmente) contratar. 

Hasta donde yo sé, yo no habría tenido que firmar ningún contrato sino un convenio de colaboración entre la empresa, la Universidad y yo. Algo me tenía que haber hecho saltar las alarmas cuando al preguntar en la Universidad por el estado de mi solicitud me dijeron que no daban con la documentación de la empresa. 

Aunque, tal y como fui aprendiendo con el tiempo, y teniendo en cuenta cómo funciona el departamento de becas, podía ser perfectamente plausible.
Como dato curioso, en Infojobs se siguen ofertando nuevos puestos de trabajo (no becas) durante el tiempo que dura este proceso de ERE.

Lo cierto es que fue un revés bastante doloroso. Por la ilusión puesta en mi primer trabajo de ingeniero y la posterior decepción cuando lo daba por hecho. Me arrepentí muchísimo al pecar de conformista y confiado.

Pero de todo se aprende, sobre todo de las decepciones, y lo cierto es que mirándolo con la perspectiva que da el paso del tiempo, creo que he ganado más a largo plazo de lo que perdí en ese momento.

La tercera y última historia de esta entrada nos lleva al año 2015, fecha en la que ya cuento (por fin) con un año de experiencia como becario y un año como empleado contratado temporalmente.

Me inscribí en una oferta para un puesto relacionado con mi (breve) experiencia previa. Seguramente no era el candidato más adecuado, precisamente por esa falta de bagaje, pero entendía que con ganas y dedicación podía suplir gradualmente esa carencia. 

La primera fase del proceso de selección la realizaba un consultor externo de RR.HH. cuyas primeras palabras al iniciar la entrevista fueron: 
"No te puedo seleccionar para el puesto por la poca experiencia personal, pero quería conocerte personalmente por la valiosa osadía que había demostrado al presentar mi candidatura al puesto". 

Claro, en ese momento no sabía cómo reaccionar. ¿Me has hecho venir hasta aquí sólo para conocer al mocoso que quería tener un trabajo de persona mayor? Sí, lo había hecho.

La entrevista no quedó ahí (menos mal). Tuvimos una conversación de lo más gratificante y enriquecedora, muy fuera de lo normal según había visto en las entrevistas anteriores. En esta entrevista sentí que el protagonista era yo.
Sacó bastante información de mí, tanto personal como profesional, pero no con el formato pregunta-respuesta, sino a través de la conversación. 

Reconozco que de esta entrevista pude aprender cosas sobre mí que antes no sabía por la simple razón de que nunca antes me las había preguntado. Sentí que no fue una pérdida de tiempo asistir. 

Me grabo a fuego la recomendación que me dió:

"Siga aprendiendo desde el punto de vista técnico, mejore su nivel de inglés, procure tener la mente abierta a nuevas ideas, enfoques y planteamientos, y practique la empatía y la inteligencia emocional. Todo ello le ayudará a construir un buen profesional y especialmente un digno ser humano. Ánimo, esfuerzo, trabajo y suerte."


Y pregunto, ¿Qué conclusiones sacáis de todo esto?

Nos leemos.

P.D.: En la parte II os contaré, si queréis, las "Alejandradas" laborales que también he hecho yo

2 comentarios:

  1. Me (y a Bea) ha encantado Alex! Sigue contándonos la segunda parte. Quiero leer esas Alejendradas que ya conozco a medias.

    Un abrazo!

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    1. Muchas gracias por el comentario. Habrá segunda parte dándole la vuelta a la tortilla y contando decisiones que he tomado y que aún sigo sin entender. Nos leemos!

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