miércoles, 20 de noviembre de 2013

Maratón de Valencia 2013 - Mi primera vez 2/2

Buenas noches de nuevo.

Ya está, sobreviví a mi primera vez. ¡Mi primera Maratón!

No queda demasiado lejos el día que me propuse hacerlo, aunque el objetivo fuese el 2014. El proceso hasta llegar a la meta de la Ciudad de las Artes y las Ciencias de Valencia el pasado domingo no ha sido fácil.

En un primer momento mi meta era correr el maratón de la Montaña Solidaria, el día de mi cumpleaños, por la montaña; en principio parecía un objetivo idílico, pero nada más lejos de la realidad.
El primer entrenamiento de montaña me puso en mi sitio a las primeras de cambio. 386 m de desnivel acumulado a lo largo de 9,92 km  fueron suficientes para darme el bofetón de realidad que necesitaba y re-establecer objetivos. La montaña y yo nos veremos, seguro, más pronto que tarde.

Una vez marcado el objetivo de terminar la Maratón de Valencia ¿Qué me queda? Calzarme las zapatillas y a entrenar. Esto de "entrenar" ha sido completamente nuevo para mí, siempre he sido más de querer las cosas, y quererlas ¡YA!; pero algo me decía que si no quería pasar los tres meses siguientes a la carrera sentadito en casa con las piernas en reposo me lo debería tomar con más calma que de costumbre y prepararme aunque fuese mínimamente.

A lo largo de estos meses, he compartido entrenos con dos compañeras de lujo. Por un lado, mi tía Ana, la voz de la cordura y la mesura que me ha parado los pies cuando las hormonas pretendían escaparse de mi cuerpo. Con ella he compartido las tiradas más largas, más duras, pero también las más amenas. Queda demostrado que correr en (buena) compañía aporta un plus de fuerza y ánimo importante.
Por otro lado, mi fiel e inseparable compañera perruna de aventuras Gisela. Si Ana ha sido la voz de la cordura, Gise ha sido todo lo contrario, el diablillo sobre mi hombro, quien me ha hecho darlo todo en cada salida con ella. También a ella le estoy muy agradecido. Puedo decir, sin miedo a equivocarme demasiado, que correr juntos nos divierte a los dos por igual.

Un tiempo más tarde nos encontramos en la salida del tan esperado Maratón de Valencia, 17 de noviembre de 2013, 8:00 a.m., con un fresquete interesante y unos nervios que no nos cabían en las mallas. El día fue inmejorable, temperatura en torno a los 12ºC, poquita humedad, y solecito.

Así arrancaba la carrera y con ella un pensamiento ("¿No nos habremos pasado con los kilómetros?") que se perdió en la primera esquina.

Aprovecho el momento y la entrada para confesar algo que me ocurre en cada salida de cada carrera, independientemente del lugar, de la distancia y la climatología del día. No sé por qué extraña razón, siento unas ganas casi inevitables de llorar cuando se da la salida y empezamos a trotar. Si alguien conoce qué tipo de desajuste hormonal/mental puedo estar sufriendo, le agradecería me lo hiciese saber. La cuestión es que si deben ser de algo, esas lágrimas son de felicidad. Es por ello, que de momento no me preocupa demasiado.

Los primeros kilómetros de carrera fueron muy cómodos y perfectos para conocerme un poquito más. He aprendido que, por más que lo intente, jamás seré capaz de beber un vaso de cualquier líquido (en este caso, bebida isotónica) en marcha. Como buen humano, me costó varios avituallamientos comprender que si no paraba, o al menos andaba, me seguiría tirando litros y litros de bebida isotónica por encima (mi camiseta, dorsal e incluso gafas fueron las más perjudicadas).

Hasta el kilómetro 15 nos acompañamos mutuamente la voz de la cordura y yo, hasta que se me apareció el diablillo sobre el hombro y me dijo: "Tira, que esto está chupao". Valiente de mí me separé de mi angelito de la guarda en carrera para afrontar en "solitario" el resto de kilómetros.

El kilómetro 21,097 fue uno de los puntos de inflexión de la carrera, la media maratón. No sabía si pensar "Ya llevamos la mitad :)" o "Todavía queda la mitad :( ". Si a esto le juntas que en ese preciso momento el grupo de cabeza ya ha debido pasar la meta, la combinación de sensaciones es curiosa.  Con eso y con todo seguí corriendo, pensando en pequeño, de 5 km en 5 km hasta el kilómetro 30 aproximadamente. Tan solo a 12 del final.

De esos 12 kilómetros tan solo tenía que correr 10, sabía que los 2 últimos los volaría. Aparentemente, esos 10 km no se me presentaban como un esfuerzo sobrehumano; las sensaciones no eran malas pero a falta de 7 km para llegar a los 40 el agotamiento empezó a hacer mella. Fueron unos momentos duros, pero también los más emocionantes de la carrera.

Fue en estos últimos kilómetros donde más concentración de público se podía encontrar, y fue eso lo que me dio fuerzas para acabar.

Es indescriptible la sensación de felicidad al recibir el ánimo de los nenes que chocaban la mano a mi paso y al del resto de corredores; o las palabras de ánimo del público "Vamos Alejandro, muy bien, ya lo tienes".
Nadie me conocía, no les volvería a ver, pero que me animasen personalmente me hizo soltar alguna lagrimilla más, supongo que relacionada con el mismo desajuste hormonal/mental que mencioné anteriormente.

A partir de los 2 últimos kilómetros ya se podía respirar el ambiente de la meta, muchísima más gente animando, corredores emocionados, no hay palabras para describir lo que supone este deporte y este reto.

Más allá del dolor, que lo hubo, del sabor agridulce por saber que podría haberlo hecho mejor, y del tiempo final  de 4:04:39, me llevo una experiencia inolvidable que seguro que se repetirá o al menos andará cerca.

En este momento atrás quedan las cuatro horas de viaje post-maratón hacia Madrid, parte de la recuperación y un pequeño rodaje con muy buenas sensaciones para comprobar que todo sigue en su sitio.

Ahora toca pensar en la siguiente locura a alcanzar. ¿Se os ocurre algo?

Nos leemos pronto.

 PD: En el siguiente vídeo podéis ver mi llegada eufórica a la línea de meta. Perdón por la calidad.

 Maratón Valencia 2013 Llegada



sábado, 16 de noviembre de 2013

Maratón de Valencia 2013 - Mi primera vez 1/2

Psss pss, ¿Hay alguien ahí?


Buenas noches a quien ande por aquí una vez más, sin querer o con premeditación e incluso alevosía.

Quería dejar constancia por escrito de algo que posiblemente ocurra mañana.

Si nada lo impide, y tiene pinta de que pocas cosas lo pueden impedir, mañana me estrenaré. Como leéis, mañana será mi primera vez; y no sé qué esperar, no se si me gustará, si dolerá, si me dejará el sabor agridulce de saber que lo podría haber hecho mejor.

Hay quien dice que las primeras veces no se planean, simplemente surgen. Puede que tenga razón, puede que mi primera vez no sea la más espontánea; yo prefiero pensar que lo será, pero con ciertos detalles previstos.

Llegados a este punto de no-retorno, prefiero no pensar en cómo será, en si dolerá, en si disfrutaré. Quiero sentir cada segundo esta experiencia, nueva para mí. No negaré que a pocas horas de hacerlo no esté nervioso, pero supongo que lo normal ante lo desconocido.

Sin más dilación, pongo punto y final al día para, en breve comenzar uno nuevo lleno de emociones y sensaciones.

Arranca el Maratón de Valencia.

Nos leemos pronto.