En esto de las crónicas post-carrera, al igual que en las propias carreras
existen dos niveles: "keniatas y etíopes" y el resto.
Y ya que me dispongo a reflexionar
sobre mi partcipación en el pasado
"Asics Medio Maratón de Madrid",
podréis haceros una idea del tipo de bloggero
que soy.
Tuve la suerte de poder participar
en el Medio Maratón de Madrid gracias al periódico 20 minutos
y su concurso en el que sorteaban unos dorsales para esta carrera.
Sería mi segunda participación en Medio Maratón después de estrenarme hace menos de un mes en la distancia
en Alcalá de Henares. (Click aquí para más info)
Tras una muy buena carrera
y unas semanas sin dolor alguno, la carrera se presentaba como una magnífica oportunidad para llegar un poquito más allá, tanto en marca
como en sensaciones, y vaya si lo hice.
El objetivo no era fácil, intentar mejorar marca (1h32`05") en el que
es considerado como el mejor circuito de Medio Maratón de España y uno de los más duros.
La cosa no empezó de la mejor forma, dos horas para llegar hasta la Casa de Campo, lugar habilitado
para la recogida de dorsal y bolsa del corredor. Dicen que el ser humano es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra,
yo elimino las piedras por erosión. No aprendo.
Ya puedo decir una y mil veces que no vuelvo a ir a Madrid en coche, que siempre
acabo cayendo y repitiendo el mismo dichoso juramento.
El caso es que superado el
primer escoyo en la aventura de recoger el dorsal todo fue más o menos rodado. Miento, y es que sólo hay sólo una cosa peor
que ir a Madrid en coche, ¿Adivináis?. Efetivamente, volver a casa desde Madrid en coche.
La odisea fue chica.
Ya en casa, y una vez he desenvuelto
los regalitos de la bolsa del corredor (bastante nutrida, por cierto) toca preparar
las cositas.
Como ya es tradición, y hasta que las grandes marcas resuelvan sus diferencias
para patrocinarme, preparo la camiseta técnica de la carrera anterior. De momento, en el tema camisetas no hay problema
de desgaste, no siendo así en las zapatillas, a las que les están saliendo múltiples ventilaciones con la edad.
Tan solo queda plantear la
estrategia de carrera que, a simple vista, parece sencilla. El recorrido invita
a la cautela al menos los primeros 10k, de subida. Una vez pasado ese punto en un
tiempo razonable (47`- 49`) ya solo quedaría achuchar el resto. Por supuesto, guardando fuerzas para la subida de Alfonso
XII.
Amanece el día 6 d e abril con niebla baja. Descarto salir de casa
con la equipación directamente.
Nota aclaratoria: Cuando el
día anterior me preguntan en la feria del corredor al
recoger el dorsal si usaré el guardarropas, mi respuesta es "No". Nunca
imaginé que el sentido de la pregunta fuese conseguir la autorización para usarlo. El pequeño músculo que llevo alojado debajo del cráneo (para hacer contrapeso) pensó que la pregunta sólo tenía un fin estadístico.
Saliendo de casa pregunto,
por si acaso, a quien sé que siempre está dispuesta
a echar un cable, la incansable twittera María (@MGC66Madrid).
- ¿Es necesaria algún tipo de acreditación para usar el
guardarropas?
- Tan solo pegas la pegatina
en tu mochila y ya.
Esto me tranquiliza, tan solo
tengo que pedir una pegatina y listo. Al llegar al Retiro y ver a muchos corredores
con la misma pegatina en la que se ve el número de su dorsal mi cabeza empieza a atar cabos, todavía sin gran lucidez. Seguro que no es casualidad todo
esto. Me decía. Efectivamente, la pregunta de
la amable chica de la feria del corredor no era aleatoria. Los nervios producidos
por esta primera metedurade pata hacen que los procesos internos (que todo corredor
conoce) pre-carrera se aceleren. Finalmente se soluciona el entuerto gracias a la
ayuda de uno de los responsables del guardarropas. A calentar.
Echo un pie hacia adelante,
el otro. Algo raro pasa. Repito. Un pie, el otro. Aparece un dolor en la cara interna
de la pierna izquierda que antes no estaba. Ni antes ni nunca. No puede ser que
a 20 minutos de empezar a correr aparezca un dolor nuevo, sin previo aviso, con
premeditación y alevosía, a mala leche, vamos.
Opto por obviar el dolor y
situarme en el cajón de salida. La emoción del momento hace que me olvide de todo lo ajeno a
la carrera. El ambiente es extraordinario. Mucha gente, muchos colores, mucho público y música. No se podía pedir más. ¿O sí?
Pistoletazo de salida al ritmo
de "Hey Brother". Entre el ambiente y la música dan ganas de comerse el asfalto. Pero una vez salgo del Retiro toca poner
los pensamientos en orden para poder acabar la carrera de la mejor forma posible.
Ya desde el principio noto
que algo va mal. El dolor persiste, cada paso molesta más que el anterior. Por otro lado, parece que los esfínteres quieren tener su momento de gloria. Y todavía no he pasado el 5k.
Una vez llego a Plaza Castilla,
tras casi 10k de contínua subida, me
doy cuenta que va a ser una carrera de supervivencia, viéndome obligado a olvidar cualquier objetivo que no
sea llegar a meta "bien".
A partir del kilómetro 10, y pese a encontrarnos con la que debería ser una agradable bajada, entro en el modo automático, sin atender al ritmo, y ni tan siquiera a los
avituallamientos; tomo el primero en el kilómetro 15. Justo en este kilómetro algo me saca
del modo automático. Escucho mi nombre. En un primer
momento pienso que no es para mí ya que no suelo contar con nadie animando; pero al
escuchar el mote que me acompañó durante gran parte del tiempo que estuve en el instituto
no cupo la menor duda. Dos MUY BUENOS amigos se encontraban de voluntarios en este
avituallamiento y sus ánimos me devolvieron
por un instante a la realidad, o al menos despejar la mente de los que hasta entonces
me ocupaban.
Nota mental a aclarar en un
futuro: ¿Por qué recibo muestras
de afecto de personas con las que no me he portado del todo bien?
Tras una larga bajada por
Menéndez Pelayo, si no me falla la memoria,
llega la tan temida cuesta de Alfonso XII. Al principio las sensaciones no son del
todo malas. Y con al principio me refiero a los 10 primeros metros; a partir de
ahí el sufrimiento es máximo, las piernas
no responden ante estímulos nerviosos,
la cabeza no ayuda (Motivación, no peso, que
también). La subida se hace eterna y se
me pasa fugazmente la idea de parar, coger aire y continuar andando. No sé muy bien qué fue lo que me hizo no parar, pero se lo agradezco.
Esa decisión fue la que hizo darme cuenta de
que podía con ello. Llega un punto en que
todo es mental, puede que andando hubiese avanzado más rápido en ese momento, pero psicológimanete avanzar corriendo, aunque sea casi arrastrándose, da un extra de fuerza muy necesario en los últimos metros de las carreras de media- larga distancia.
Finalmente conseguí llegar a meta con un tiempo de 1:34:31. Algo más de 2' con respecto a mi primera, y mejor, marca. A pesar de todo lo pasado
no había estado del todo mal.
Tras una siestecita, y con
el dolor del inicio aún presente, marcho
a casa a reflexionar sobre lo sucedido.
En 3 semanas esperaría el Maratón de Madrid.
Continuará...