martes, 30 de abril de 2013

Maratón 2014


Hace unos días os contaba el resultado de una de mis últimas idas de olla. Dos San Silvestres para despedir el año y su consecuente lesión de rodilla que me tuvo sin dar dos pasos más rápido de la cuenta durante 3 meses. 

Bueno, pues debe ser cierto eso que dicen de que el hombre es un animal de costumbres. Yo tengo la particular costumbre de actuar sin pensar antes. Os cuento.  

Domingo 28 de abril, 14:30 h., comiendo lasaña con patatas y las noticias de fondo. Llega la hora de las noticias deportivas, y no sé si por despiste de los redactores o intencionadamente, una noticia sin ningún tipo de relación con el fútbol se cuela entre el resto.

Se disputaba por las calles de la capital el Rock’n Roll Maratón de Madrid, con su característico ambiente de fiesta y colorines por doquier. 26.000 participantes, nada menos, y 42,195 km por delante.

Y en ese momento, comiendo patatuelas, se me pasa un pensamiento por la cabeza: ¡El año que viene participo en un maratón! No sé cual, no sé dónde, pero yo el año que viene corro un maratón. 
Mmm, me imagino que lo primero, si no queremos cometer el mismo fallo que en tiempos pasados, será prepararse un poquito. Aprovecho para pedir ayuda, si por alguna razón/cosas de la vida, algún lector o lectora del blog tiene experiencia en este tipo de carreras y me puede asesorar un poquito, mi salud y mi persona se lo agradeceremos eternamente.
 
 De momento, toca ahorrar, o pedir un préstamo al banco, porque viendo el precio de las inscripciones, uno se lo piensa; así como investigar acerca de los maratones que se disputan por la Península. 

No queremos que, además del más que probable mal trago a la llegada, nos llevemos una innecesaria mala experiencia por la organización. Que digo yo, ¿Tan difícil será organizar un ropero y que no parezca el primer día de rebajas? Pido ayuda de nuevo, podéis dejar en los comentarios vuestras experiencias maratonianas, tanto buenas como malas. Más vale prevenir que curar.
 
Aquí un ejemplo de organización (malo) en el último maratón de Madrid, cortesía de Luis Arribas (@_spanjaard), blogero de 20minutos.
 

Y sin más dilación, pongo fin a la narración, no sin antes repetir: El año que viene, yo corro un maratón. Y que no me entere que el mismo día hay dos.

Nos leemos.

 

martes, 9 de abril de 2013

Yo sobreviví a 2012

La experiencia es un grado, compañeros. ¡Y tanto que lo es!
 
De eso va a tratar esta sección, de mi experiencia en el mundo del running, o del correr, como dirían los castizos.
 
Como no podía ser de otra forma, voy a empezar por el final.
 
Todo empezó un día X del mes Y, del año 2012 cuando, después de participar en distintos tipos de carreras populares de corta distancia (lo que el cuerpo me permite), siento la tentación de participar en la carrera popular por excelencia: la San Silvestre Vallecana. ¡Maldita tentación!
 
El ambiente que respira en todas las carreras populares es algo inigualable, pero la San Silvestre es una carrera especial, diferente; no sé si por la fecha, por la cantidad de corredores que participan, o una mezcla de todo.
 
Tras varios años intentándolo y siendo vencido por la pereza, este año era el bueno, iba a correr la San Silvestre Vallecana, no había marcha atrás.
 
Son 10 km. Pensé. En peores condiciones has corrido. Me dije. No debe ser muy duro. Intenté convencerme.
 
¿Qué pasa? Pues que a mí me va la marcha.
 
¿Qué ocurrió?
 
Mmm, carrerita a las ocho de la tarde para despedir el año de forma saludable y por todo lo alto.
¡Uy, qué me dices! La San Silvestre de Getafe es a las once de la mañana. ¿Y si...?
 
Exacto. En qué momento se me ocurrió aquella fatídica idea. Y sí amigos, este es el tipo de decisiones que suelo tomar.
 
31 de diciembre de 2012. Llegó el día.
 
 Primera parada: Getafe.




Me despierto prontito,desayuno ligerito y a correr. Aquel día fue un día triste en parte, llamadme sensiblón,  pero despedirme de mis zapatillas, que tan buen servicio me habían prestado desde mis comienzos no mucho tiempo ha, fue durito.
 
Al llegar a la zona de salida me encuentro con lo esperado, muchísima gente, muchos colores, y ganas de pasárselo bien. Así da gusto.
Como sigo siendo un poco inexperto trato de imitar a quien parece más experimentado en esto de las carreras. Lo imito todo, estiramientos, sprints, series para calentar...Lo importante es mimetizarse con el ambiente.


 
 
 



Comienza la carrera, con mi trote cochinero característico. No queremos arriesgar que aún queda mucho día por delante.
 
Se van sucediendo los kilómetros, y aunque esta no es una carrera típicamente dura, el peso de las piernas se va notando. El ánimo del público siempre es de agradecer.
 
Finalmente llego a meta, contento con el resultado: 49' 15'', cinco minutos menos que mi mejor 10k.
Vamos a por la siguiente.
 
Haciendo análisis de conciencia, aquí es donde creo que vino el error. Veinte kilómetros no es una distancia que me debiera dar demasiadas complicaciones,  sin embargo, el parón de ocho horas entre carrera y carrera, unido a mi mentalidad de cromagnon que me gritaba ¡Descansar es de débiles! fue la peor combinación que se pudo dar.
 
Segunda parada: Madrid.          
 
Y allí estaba yo, a las seis de la tarde (dos horas antes de la salida) en pleno Paseo de la Castellana, con la intención de mimetizarme de nuevo con el ambiente. Se ve que en esta carrera lo de calentar también es de débiles, pero eso no era problema. Aquí había muchísima más gente, muchísimos más colorines, y no podían faltar las ganas de pasárselo bien.
 
 
Por fín llegó el momento de la salida, y con él, un pensamiento fugaz: Esto se te ha ido de las manos, y lo sabes. Pero disfruta de la carrera.
 
 
Y con este pensamiento eché a correr, y quien dice correr dice arrastrarase a lo largo de los diez kilómetros de recorrido que nos tenían preparados.
 
Supongo que se notó demasiado que fue mi primera vez en la San Silvestre Vallecana, además de por mi cara de angustia a mitad del recorrido (todavía no era consciente de lo que quedaba por delante), por el gesto que se me quedó al conocer uno de los rituales que se da al iniciar la marcha. Este ritual no es otro que la lluvia de ropa. Anonadado me quedé al ver la cantidad de ropa que se tiraba por los aires, y lo más sorprendente de todo ¡NO VOLVÍAN A RECOGERLA! Con la cuarta parte de ropa que voló me preparo yo un fondo de armario bien apañado.
 
Como ya he dicho, no fue una carrera fácil; el sentimiento de arrepentimiento y culpa para/con mi cuerpo unido a la cuestecita con que se inicia el recorrido minan la moral al soldado más aguerrido. Pero ahí estaba yo, echando un pie, y luego el otro, para volver a echar el pie inicial, en una secuencia de movimientos que dió como consecuencia mi desplazamiento, al nada despreciable ritmo 6 min/km  (arox.).
 
Y cuando apenas quedaban  dos kilómetros, llegó; algo parecido a lo que los maratonianos llaman "El Muro", pero a pequeña escala. Desnivel del 24% durante 900m. Reconozco mi error al no conocer el recorrido de principio a fín.
 
Tras luchar por no bajar rodando esos mismos 900m, la meta estaba cerca, no sin antes pasar por otra cuestecita. Y yo que me quedé con ganas de más desnivel...
 
Por fín llegó la meta. Como anécdota, mi tiempo fué de 54' 44''. Reto superado. Ya solo quedaba disfrutar de Nochevieja.
 
Y esta es la historia de cómo acabé el año 2012. ¿Podría haber sido mejor? No lo dudo, pero yo sé que aquel día me hice inmortal.
 
Como decía al inicio de estas líneas, la experiencia es un grado; y la experiencia me ha enseñado que no debo volver a  hacer este tipo de locuras si no estoy totalmente seguro de que va a salir bien.
 
Toda acción en el presente tiene sus consecuencias en el futuro, y las consecuencias de esto fueron tres meses de lesión por esguince de rodilla; algo que quizás se podría haber evitado con un poquito de cabeza.  O quizás no. El tiempo lo dirá.