martes, 18 de noviembre de 2014

Maratón de Valencia 2014 - Perder el respeto al Maratón

Como se suele decir, "Unas veces se gana, y otras se aprende". Pues esta vez tocó aprender. Tocó aprender mucho. 


A continuación, la respuesta. 

Desde abril, cuando corrí mi último maratón, han sucedido muchas cosas. Al poco tiempo de finalizar esta carrera, y tras un merecido tiempo de descanso y reflexión, me puse en marcha de nuevo para preparar el siguiente objetivo, el Maratón de Valencia. 

No tardaron en llegar los problemas, aún sin haber superado del todo la periostitis tibial que me tuvo un mes en el dique seco apareció de nuevo mi amiga la cintilla iliotibial. Dolores y más dolores en los pocos entrenamientos que pude realizar, aprovechando cada momento de lucidez de mi rodilla para rodar unos kilómetros.

Por el camino surgió una oportunidad irrechazable: Correr el Maratón de Berlín. A pesar de la nula preparación y el bajísimo estado de forma, ni me lo planteé. Entendí que ésta era una de esas oportunidades que o aprovechas en el momento o la pierdes, quizás para siempre. 

Una semana antes de la gran cita quise hacer un rodaje, más que para auto-convencerme de que podía hacerlo, para comprobar el nivel de dolor de rodilla que podía soportar. Después de una tirada de 13km, me quise engañar, perdiendo el respeto por primera vez al Maratón y decidí viajar a Berlín. 

Esa misma tarde quise reservar los billetes, completamente decidido. Curiosamente, en el momento de formalizar el pago, "Error en la transacción". Lo intento de nuevo; "Error en la transacción". ¡Vaya por dios! Mañana a primera hora lo vuelvo a intentar. 

Pero no fue así. Unos fuertes pinchazos en la rodilla me mantuvieron toda la noche en vela. Estaba claro, no podía correr. Sé que ese "Error en la transacción" no fue mera casualidad. 

Siguieron pasando los meses, sin apenas entrenamientos y con muchas dudas. Intenté ceder mi dorsal para que al menos alguien lo pudiese aprovechar pero finalmente no fue posible.

En estas últimas semanas antes del Maratón de Valencia conseguí completar algún que otro entrenamiento sin apenas molestias, lo que me subió la moral y me cegó ante la realidad. Fue aquí cuando le perdí el respeto por segunda vez al Maratón. Me veía tan fuerte que pensé que vivir de las rentas, algo a lo que estoy bastante acostumbrado, sería suficiente para completar la carrera de manera decente e incluso ir a por M.M.P, ¿Por qué no? 

Llegamos a Valencia el mismo sábado antes de la carrera, por la noche. Ni trote de 15 minutos para desentumecer las piernas ni nada que se le pareciese. (A estas alturas imagino que sabréis lo que hice, por tercera vez). 

Domingo por la mañana. Esta vez sí que sí. El gran día. No sin contratiempos llego a la Ciudad de las Artes y las Ciencias de Valencia. Últimos auto-mensajes de ánimo antes de salir. 

Hace un día espectacular para correr. Unos 14ºC a las 9 de la mañana, sin viento, y sin nubes a la vista. Me olvido de que tengo rodillas, como me recomendó mi amiguete y masajista del cuerpo y el alma, Javi. Si no hay rodillas no cabe la posibilidad de que me duelan. 

Pistoletazo de salida y empezamos a correr, con calma, aunque llevados en volandas por los ánimos del público, que ya a esas horas ocupaba los laterales del circuito. 

Me tomo con calma los primeros kilómetros, a un ritmo cómodo aunque desconocido (Decidí correr por sensaciones, sin cronómetro). 
Los primeros 20km transcurrieron de la siguiente forma: 
km5: Avituallamiento - No sé beber en carrera - Flato
km8: Parece que he recuperado la verticalidad - Seguimos con la carrera
km10: Avituallamiento - Sigo sin saber beber en carrera - Flato
km12: "Hola Álex, soy tu rodilla, sabes que estoy aquí ¿Verdad?"
km13: Parece que he recuperado la verticalidad - Seguimos con la carrera
km15: Avituallamiento - No tropiezo dos veces con la misma piedra, acabo con ella por erosión - Flato
km18: Me despido del flato por tercera vez. 
km20: Avituallamiento - Esta vez no me la das, camino y luego sigo - He aprendido la lección

Se van sucediendo los kilómetros a un ritmo constante y, por qué no decirlo, un poco cochinero, aunque me encontraba entre los globitos de 3:30 y 3:45. 

Pasamos el kilómetro 30 y no me queda otra que hacer una "parada técnica". No fueron más de 40 segundos el tiempo que estuve parado, pero al reiniciar la marcha la rodilla se quedó bloqueada, sin poder doblarse. Cualquier intento por forzar la articulación acababa con un dolor extremadamente intenso, similar a una puñalada. Aprieto los dientes y continúo unos metros, sé que si consigo que se vuelva a calentar podré continuar hasta el final. 

A los 20 metros no queda más remedio que empezar a andar. No es posible continuar corriendo. Esto no puede acabar así, yo era invencible. 

Empiezo a aprender, y a entender la verdadera filosofía del Maratón. 

A la desesperada intento correr tanta distancia como me permite la rodilla; nunca más de 50 metros seguidos. Sigo empecinado en que no puede acabar así. 

Finalmente, allá por el kilómetro 35, vuelvo a andar y escribo un mensaje: "Estoy en el kilómetro 35, voy andando". Se acabó. 

Mirada al suelo, orejas agachadas y continúo andando por fuera del circuito. Lo que estoy haciendo ya no se puede considerar correr un Maratón. 
Algunos corredores me animan a volver a la pista al grito de "Valiente". Los verdaderos valientes son ellos, y a ellos deben ir todos los ánimos. Yo tan sólo era un "cadáver" más que había pagado su inconsciencia. 

Cuando vuelvo al circuito (porque no queda más remedio) vivo en mi propio cuerpo una serie de sensaciones que espero no olvidar jamás, y que si por alguna razón lo hiciese, siempre puedo volver a leer estas líneas. 

Veo cómo el público me anima, siento que son ánimos sinceros. A pesar de caminar derrotado, no fueron pocas las personas que me hicieron levantar la cabeza y mirar hacia arriba, aunque sólo fuese para agradecerles ese apoyo. Incluso los más peques estiraban sus manitas para recibir ilusionados una palmadita. (Yo lo siento mucho, pero esto es algo que me supera y me emociona como casi nada). Entre el público encontré una chica que me invitó a dejar de pensar y continuar corriendo hasta la meta. Creo que no podrá imaginarse lo que le agradecí esas palabras, pero tras volver a intentarlo me seguía resultando imposible correr. 

Más adelante, uno de los corredores más veteranos paró su marcha para andar unos metros conmigo y dedicarme unas palabras: "Sabes que estás jodido, pero también sabes que por tus cojones vas a llegar a la meta, aunque sea gateando". Cómo lo sabía, caballero. No está en mi naturaleza rendirme a las primeras de cambio, me puede la curiosidad de intentarlo hasta el final para vivir el desenlace. 

A falta de 4 kilómetros para acabar un hombre del público me para para darme un masaje en la zona dolorida. No tenía por qué hacerlo, no iba a ganar nada (material) por hacerlo, pero lo hizo, intentó ayudarme de la forma en que estaba en sus manos. Los efectos físicos del masaje duraron tan sólo unos segundos, pero el gesto que tuvo conmigo durará casi para siempre. 

En todo momento intenté sacar un punto de optimismo: 
- No pasa nada, intentaré al menos superar mi mejor marca, sin llegar al objetivo de 3:30 
- Me adelantó el "Pace-Maker" de 3:45
- No pasa nada, al menos intentaré hacer M.M.P. en esta prueba
- Me adelantó el "Pace-Maker" de 4:00
- Me adelantó el "Pace-Maker" de 4:15
- Me adelantó el "Pace-Maker" de 4:30

Los dos últimos kilómetros fueron de total impotencia, llorando a lágrima viva, pero hacia adentro, ya que mi condición de hombre me impide llorar en público. Cada sonrisa y palabra de ánimo del público me dolía por no poder dar un poquito más, pero me hicieron sentir extremadamente agradecido. 

Tan sólo quedaban unos metros y allí estaba esperándome mi club de fans personal. Al principio ni los vi ni escuché, dejé de pensar en otras cosas que no fuesen cruzar la meta cuanto antes. 
Un "¡Álex!" me sacó de esos pensamientos y apretando bien fuerte los dientes puse rumbo a la meta lo más rápido que pude, con lágrimas, reconozco que esta vez alguna se asomó al exterior. 

Aunque es lo de menos, el tiempo final fue de 4:25:11.

Ahora toca reflexionar de nuevo, aunque creo que tengo alguna conclusión clara: 

- Si le pierdes el respeto al Maratón, corres el riesgo no de encontrarte con "El Muro", sino con Filípides en persona para soltarte una hostia con toda la mano abierta.

- Sin duda, esta ha sido la Carrera en la que más he sufrido, física y mentalmente; Pero también en la que más he aprendido, sobre el Maratón y sobre mí mismo.

- Al llegar a casa dudé si colgar la medalla junto al resto. A pesar de no correr la maratón entera, he aprendido lecciones muy importantes de las que estoy orgulloso. Supongo que esta medalla es un "premio" a ese aprendizaje, así que he decidido que ocupe un lugar junto al resto.
- No habrá palabras suficientes para agradecer tanto apoyo recibido

¡Gracias!






jueves, 14 de agosto de 2014

Y ahora, ¿Cuál es el plan?

Y el tiempo habló y he aquí mi actual situación: 

Quien haya seguido (o haya curioseado el blog), quizás haya leído una de las primeras entradas de éste: "Yo sobreviví a 2012".

En aquella entrada de hace algo más de un añito contaba algunas de mis aventuras y desventuras vividas gracias a una de las innumerables barbaridades que se pasean fugazmente por mi cabeza, pero que dejan su profunda huella en  mi ser. 

Tras participar en dos de las San Silvestres celebradas el 31 de diciembre de 2012 estuve alrededor de 3 meses arrastrando el conocido "síndrome de la cintilla iliotibial". 

Cuando por fin conseguí echar a rodar de nuevo sin dolores, bastante intensos por cierto, intenté recuperar el tiempo perdido; nuevos objetivos, nuevos retos. 2013 fue un año precioso en lo que al deporte se refiere. 

En este 2014, como no podía ser de otra forma me propuse ir un poquito más allá. Los primeros meses se antojaron realmente exigentes, con la preparación de las Medias de Alcalá de Henares y Madrid, y la posterior Maratón de Madrid. (Estas 3 carreras se disputaron en menos de mes y medio). 

Resultado: Periostitis y 2 meses en el dique seco.  

Empiezo a pensar que algo no marcha bien en mi pierna izquierda. Pienso que para evitar tanta lesión y tanto tiempo sin poder entrenar, sería conveniente cambiar la rutina de entrenamiento. Quizás preparar maratones y medias maratones únicamente en asfalto y sin tener en cuenta en absoluto la técnica de carrera no sea lo más conveniente. 

Inicio el entrenamiento despacito y con buena letra, intentando pisar asfalto únicamente si es estrictamente necesario y practicando la técnica de carrera. 



Pues bien, la alegría ha durado dos semanas. Volvió el dolor en la rodilla, además de en el lateral (zona de la cintilla), ésta vez también a la altura de la rótula. 

Obviamente detuve el entrenamiento cuando noté que no eran simples molestias. Una semana más tarde, tras el correspondiente reposo, y el tratamiento antiinflamatorio vuelvo a rodas despacito para comprobar si hay mejoría. 

No es así. A los dos kilómetros de empezar las sensaciones no son nada buenas y finaliza la sesión. 

Y me pregunto: ¿Cuál es el plan ahora? 

¿Podré volver a correr algún día sin preocuparme de no hacerme daño?, ¿Seré capaz de llegar al Maratón de Valencia con un estado de forma mínimo para acabarlo decentemente?

Por otro lado me pregunto ¿Qué puedo hacer para evitar estos dolores que me traen de cabeza cada dos por tres? Cierto es que la rehabilitación (o el simple paso del tiempo) hace su efecto. Pero, en mi humilde opinión, tanto la rehabilitación como el paso del tiempo no es más que un parche a un problema que no consigo detectar. 

Me gustaría saber qué hacer para que la maldita pierna izquierda trabaje como debe sin quejarse. 

O simplemente no se pueda y haya que pensar en dejar de correr e iniciar otra actividad. Algo que no me gustaría en absoluto si no es para compaginarlo con la carrera a pie. 

Cualquier consejo o ayuda siempre será agradecida. 

Seguiremos informando. Espero. 

Nos leemos. 

domingo, 13 de julio de 2014

Maratón de Madrid 2014 - Maratoneando por Madrid. Parte 2

Continuamos...

Nos ponemos en situación. Un par de semanas después de la aventura del Medio Maratón de Madrid y a unos días de la Gran Cita, lo que en un principio parecían dolores pasajeros, se convirtieron en un auténtico dolor de cabeza.

El miércoles antes de la carrera, a la desesperada, y contra mi voluntad, visito al traumatólogo en busca de una solución milagrosa (que no existe).

Diagnóstico: Periostitis tibial (Inflamación del periostio de la tibia (Inflamación de lo que recubre la tibia)).

Segunda opción: Fisioterapeuta.

Diagnóstico: Las cosas de los huesos mala solución tiene con masajes.

Conclusión: Hemos venido a jugar. Y con esta, la enésima locura en lo que al correr se refiere.

Llegó el gran día: Domingo, 27 de abril, 6.00 a.m. Decido cambiar la estrategia, el mismo día de la carrera, en cuanto a hora de levantarse, desayuno, y estrategia. Está claro que seguir las normas no es lo mío.

Después de un desayuno de campeones marcho para Madrid, esta vez con la certeza de que no tendré problemas para dejar mi mochila en el guardarropas; lo que me hizo ir bastante más tranquilo que en la carrera anterior.

Curiosamente, el tren de las 7:30 a.m. va plagado de personas extremadamente sonrientes, con una extraña expresión de felicidad en sus caras. Se cumple, no tan curiosamente, un patrón característico en todas ellas: visten con mallas, camisetas técnicas y zapatillas de colorines. ¿Casualidad? No lo creo.

Una vez en El Retiro, y sin equipaje más que la ilusión y las ganas de empezar pongo rumbo al Paseo del Prado, desde donde empezará la carrera. Intento no trotar ni andar más deprisa de lo necesario, ya habrá tiempo de sufrir.

Encuentro mi cajón de salida, esta vez libre de "presiones". Quedan poquitos minutos y a mi izquierda veo a todo el equipo de los @DrinkingRunners. Me dan una envidia que no es ni medio normal. Cómo se lo pasan, cómo disfrutan, y lo que es más importante, cómo ayudan con su proyecto de #KmsxAlimentos. Me gustaría saludarles, saber más de ellos, de esos héroes cada vez menos anónimos, pero mi enfermedad (vergüenza) me lo impide.

Pistoletazo de salida y ponemos rumbo al parque de El Retiro de nuevo, pero recorriendo el caminito marcado de 42,195 kilómetros.
La estrategia para esta carrera es clara: Correr por sensaciones y no por tiempo, pero con el objetivo en mente de acabar sub-3:30. Todavía no he encontrado nada que me impida poner la mesura suficiente en mi vida para ser realista, así que allá vamos.

Al igual que en la Media Maratón, los primeros kilómetros (6,5kms aprox.) son en subida gradual por el Paseo del Prado y Paseo de la Castellana. Estos kms discurren sin problemas, tan solo con molestias en la pierna izquierda que, como supuse, fueron desapareciendo una vez que se fue calentando.

Al llegar al 10k, con un ritmo cómodo de 5'/km, algo raro pasa; noto una fuerte presión en la rodilla izquierda y noto cómo se empieza a hinchar. El oscuro fantasma de la cintilla iliotiobial hace acto de presencia, y sólo acabamos de empezar. Se prevé una carrera dura.

Al cabo de unos minutos, intentando poner la mente en blanco, el dolor y el fantasma desaparece (o se esconden).

La carrera da un respiro con unos km de bajada bastante agradable. Como agradable es el ambiente por las calles que discurre la carrera. Puede que sea la magia del Maratón, pero recordaba las calles de Madrid bastante más vacías durante las carreras populares.

Sobre el kilómetro 19 llegamos a la Puerta del Sol y nos encontramos con algo que jamás había visto. El ánimo del público nos llevaba en volandas por la Calle Mayor y Calle Bailén. El volumen de público y la cercanía con los corredores hacía recordar las etapas de montaña del Tour de Francia en las que al público tan solo le faltaba abrazar a los ciclistas.

Y fue a partir de aquí cuando empezó mi verdadero Maratón.

A pesar de ir sin una estrategia previa definida, me había estudiado (lo que mi cabeza me había permitido) el recorrido. Sabía que alrededor del kilómetro 25 entraríamos en la Casa de Campo, saliendo de ella en el kilómetro 30.

No recuerdo bien el momento en el que perdí la consciencia de lo que estaba haciendo. Sólo sé que tras llegar a Plaza de España mi cabeza desconectó durante un tiempo y mis piernas pusieron, por primera vez el piloto automático.
Llegamos a una bonita zona verde, con alguna que otra subida que mi mente quiso identificar como la Casa de Campo. Esto fue un arma de doble filo, por un lado eso suponía que quedaban "tan solo" 10k para acabar; pero por el otro, al ser consciente del punto de la carrera en que me encontraba realmente me di de bruces con lo que entendí que era "El Muro".

La entrada (ahora sí) en la Casa de Campo significaba que aún quedaban 16k de "sufrimiento". El dolor en los pies producidos por la aparición de las primeras ampollas, el mazazo psicológico, y el grupito "solidario" que me encontré en el avituallamiento de la entrada al parque y que me empujó impidiéndome hacer uso del mismo hizo que esos siguientes kilómetros fuesen poco menos que un calvario.

Mirada al suelo y pasito a paso, pasando kilómetros como se pueda. No nos vamos a rendir ante el primer contratiempo, ni siquiera ante el segundo; para "Muro", yo.
Tras los 4k por la Casa de Campo salimos de nuevo a ciudad abierta, no sin antes pasar una nueva prueba. Señores organizadores, la "cuestecita" del metro de Lago, súper-oportuna.

A continuación llegan unos kilómetros de respiro, callejeando sin grandes complicaciones pero con un cansancio que va pasando factura. Cruzamos el Manzanares y ponemos rumbo hacia la última parte de la carrera.

Desde el kilómetro 35 hasta prácticamente el final de carrera son en subida constante. Aún sin tener que afrontar un gran desnivel, las piernas tienen cada vez menos fuerza y tan sólo funciona poner el piloto automático hasta el final. Un paso tras otro, ni siquiera los ánimos del público (entregado a los corredores) sirven para ganar un poquito de energía.

Sigo mirando al suelo fijamente, con un ritmo de 6:15/km, el máximo que mi cuerpo me permite. Tras subir todo el Paseo del Prado y Recoletos (kilómetro 39) algo empieza a ir peor de lo normal. Unos calambres bastante desagradables aparecen primero en mi pierna izquierda y más tarde en la derecha. De momento se puede aguantar y modificando un poco la pisada se puede sobrellevar.

Craso error, en el kilómetro 40 un fulminante pinchazo en el muslo izquierdo me hace parar, no hay otra opción. Tras intentar estirar un par de minutos continúo. Esto no se puede acabar a dos kilómetros de meta y tras más de tres horas y media de esfuerzo.

Continúo, kilómetro 41,5, esta vez siento el pinchazo en los dos muslos a la vez. Estoy a punto de caer a la lona en la misma puerta de El Retiro, no puede ser. Los ánimos de la gente son indescriptibles: ¡Ánimo!, ¡Tú puedes!, ¡Lo tienes hecho!, ¡Corre que ya estás ahí!.

No se pueden agradecer tantos ánimos, pero me era físicamente imposible andar. Tras una nueva parada, cojo aire para aguantar la respiración en los últimos metros de esta maratón que recordaré durante mucho tiempo.

Finalmente paso por meta en un tiempo de 3:43:26. Superior al que me había propuesto en un principio, pero muy inferior al que esperaba tras ver cómo se había desarrollado la carrera.

Después de todo hay que ser positivo, había mejorado mi MMP en más de 15' en mi segunda participación  maratoniana.

Aquí no acaba la historia de esta aventura maratoniana por Madrid, ni mucho menos. Los efectos colaterales de esta carrera han hecho que no sea capaz de encontrar ánimo para acabar la crónica en estos dos meses. Ahora que vuelvo a ver la luz al final del túnel, ya queda constancia de esta gran aventura, superada.

Puede que no sea el próximo año, pero volveré a correr el Maratón de Madrid, y yo seré el vencedor, disfrutando de su hermoso y duro recorrido.

 PD: A continuación mis estadísticas de carrera.



Nos leemos.

sábado, 10 de mayo de 2014

1/2 Maratón de Madrid 2014 - Maratoneando por Madrid. Parte 1.

En esto de las crónicas post-carrera, al igual que en las propias carreras existen dos niveles: "keniatas y etíopes" y el resto.

Y ya que me dispongo a reflexionar sobre mi partcipación en el pasado "Asics Medio Maratón de Madrid", podréis haceros una idea del tipo de bloggero que soy.

Tuve la suerte de poder participar en el Medio Maratón de Madrid gracias al periódico 20 minutos y su concurso en el que sorteaban unos dorsales para esta carrera.
Sería mi segunda participación en Medio Maratón después de estrenarme hace menos de un mes en la distancia en Alcalá de Henares. (Click aquí para más info)

Tras una muy buena carrera y unas semanas sin dolor alguno, la carrera se presentaba como una magnífica oportunidad para llegar un poquito más allá, tanto en marca como en sensaciones, y vaya si lo hice.

El objetivo no era fácil, intentar mejorar marca (1h32`05") en el que es considerado como el mejor circuito de Medio Maratón de España y uno de los más duros.

La cosa no empezó de la mejor forma, dos horas para llegar hasta la Casa de Campo, lugar habilitado para la recogida de dorsal y bolsa del corredor. Dicen que el ser humano es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra, yo elimino las piedras por erosión. No aprendo. Ya puedo decir una y mil veces que no vuelvo a ir a Madrid en coche, que siempre acabo cayendo y repitiendo el mismo dichoso juramento.
El caso es que superado el primer escoyo en la aventura de recoger el dorsal todo fue más o menos rodado. Miento, y es que sólo hay sólo una cosa peor que ir a Madrid en coche, ¿Adivináis?. Efetivamente, volver a casa desde Madrid en coche. La odisea fue chica.

Ya en casa, y una vez he desenvuelto los regalitos de la bolsa del corredor (bastante nutrida, por cierto) toca preparar las cositas.
Como ya es tradición, y hasta que las grandes marcas resuelvan sus diferencias para patrocinarme, preparo la camiseta técnica de la carrera anterior. De momento, en el tema camisetas no hay problema de desgaste, no siendo así en las zapatillas, a las que les están saliendo múltiples ventilaciones con la edad.

Tan solo queda plantear la estrategia de carrera que, a simple vista, parece sencilla. El recorrido invita a la cautela al menos los primeros 10k, de subida. Una vez pasado ese punto en un tiempo razonable (47`- 49`) ya solo quedaría achuchar el resto. Por supuesto, guardando fuerzas para la subida de Alfonso XII.

Amanece el día 6 d e abril con niebla baja. Descarto salir de casa con la equipación directamente.
Nota aclaratoria: Cuando el día anterior me preguntan en la feria del corredor al recoger el dorsal si usaré el guardarropas, mi respuesta es "No". Nunca imaginé que el sentido de la pregunta fuese conseguir la autorización para usarlo. El pequeño músculo que llevo alojado debajo del cráneo (para hacer contrapeso) pensó que la pregunta sólo tenía un fin estadístico.

Saliendo de casa pregunto, por si acaso, a quien sé que siempre está dispuesta a echar un cable, la incansable twittera María (@MGC66Madrid).
- ¿Es necesaria algún tipo de acreditación para usar el guardarropas?
- Tan solo pegas la pegatina en tu mochila y ya.

Esto me tranquiliza, tan solo tengo que pedir una pegatina y listo. Al llegar al Retiro y ver a muchos corredores con la misma pegatina en la que se ve el número de su dorsal mi cabeza empieza a atar cabos, todavía sin gran lucidez. Seguro que no es casualidad todo esto. Me decía. Efectivamente, la pregunta de la amable chica de la feria del corredor no era aleatoria. Los nervios producidos por esta primera metedurade pata hacen que los procesos internos (que todo corredor conoce) pre-carrera se aceleren. Finalmente se soluciona el entuerto gracias a la ayuda de uno de los responsables del guardarropas. A calentar.

Echo un pie hacia adelante, el otro. Algo raro pasa. Repito. Un pie, el otro. Aparece un dolor en la cara interna de la pierna izquierda que antes no estaba. Ni antes ni nunca. No puede ser que a 20 minutos de empezar a correr aparezca un dolor nuevo, sin previo aviso, con premeditación y alevosía, a mala leche, vamos.

Opto por obviar el dolor y situarme en el cajón de salida. La emoción del momento hace que me olvide de todo lo ajeno a la carrera. El ambiente es extraordinario. Mucha gente, muchos colores, mucho público y música. No se podía pedir más. ¿O sí?

Pistoletazo de salida al ritmo de "Hey Brother". Entre el ambiente y la música dan ganas de comerse el asfalto. Pero una vez salgo del Retiro toca poner los pensamientos en orden para poder acabar la carrera de la mejor forma posible.

Ya desde el principio noto que algo va mal. El dolor persiste, cada paso molesta más que el anterior. Por otro lado, parece que los esfínteres quieren tener su momento de gloria. Y todavía no he pasado el 5k.

Una vez llego a Plaza Castilla, tras casi 10k de contínua subida, me doy cuenta que va a ser una carrera de supervivencia, viéndome obligado a olvidar cualquier objetivo que no sea llegar a meta "bien".

A partir del kilómetro 10, y pese a encontrarnos con la que debería ser una agradable bajada, entro en el modo automático, sin atender al ritmo, y ni tan siquiera a los avituallamientos; tomo el primero en el kilómetro 15. Justo en este kilómetro algo me saca del modo automático. Escucho mi nombre. En un primer momento pienso que no es para mí ya que no suelo contar con nadie animando; pero al escuchar el mote que me acompañó durante gran parte del tiempo que estuve en el instituto no cupo la menor duda. Dos MUY BUENOS amigos se encontraban de voluntarios en este avituallamiento y sus ánimos me devolvieron por un instante a la realidad, o al menos despejar la mente de los que hasta entonces me ocupaban.

Nota mental a aclarar en un futuro: ¿Por qué recibo muestras de afecto de personas con las que no me he portado del todo bien?

Tras una larga bajada por Menéndez Pelayo, si no me falla la memoria, llega la tan temida cuesta de Alfonso XII. Al principio las sensaciones no son del todo malas. Y con al principio me refiero a los 10 primeros metros; a partir de ahí el sufrimiento es máximo, las piernas no responden ante estímulos nerviosos, la cabeza no ayuda (Motivación, no peso, que también). La subida se hace eterna y se me pasa fugazmente la idea de parar, coger aire y continuar andando. No sé muy bien qué fue lo que me hizo no parar, pero se lo agradezco. Esa decisión fue la que hizo darme cuenta de que podía con ello. Llega un punto en que todo es mental, puede que andando hubiese avanzado más rápido en ese momento, pero psicológimanete avanzar corriendo, aunque sea casi arrastrándose, da un extra de fuerza muy necesario en los últimos metros de las carreras de media- larga distancia.

Finalmente conseguí llegar a meta con un tiempo de 1:34:31. Algo más de 2' con respecto a mi primera, y mejor, marca. A pesar de todo lo pasado no había estado del todo mal.

Tras una siestecita, y con el dolor del inicio aún presente, marcho a casa a reflexionar sobre lo sucedido.

En 3 semanas esperaría el Maratón de Madrid.

Continuará...







jueves, 10 de abril de 2014

Tú crías, ellos mueren

Me gustaría reflexionar sobre un tema. Y me gustaría no hacerlo solo.Os pido toda la colaboración posible, tanto opinando como compartiendo la entrada.

El tema no es otro que la cría de animales entre particulares (no criadores profesionales) sin licencia. Personalmente, no puedo evitar encenderme cuando veo alguno de los múltiples casos de personas que buscan "novio" o "novia" para su animal de compañía. Supongo que la sensación de impotencia ante estos casos es, además de lógica, compartida  por algún que otro "loco" concienciado con el problema del abandono de mascotas. 

Las razones por las que se busca criar camadas indiscriminadamente son de lo más variopintas:
  • Quiero un cachorro de mi perrito/perrita. 
  • Lo natural es que las perras críen.
  • Es bueno que las perritas tengan al menos una camada.
  • Estoy mal de dinero y quiero sacar unos "eurillos".
  • Porque sí. ¿A ti qué te importa?
Y un largo etcétera. 

¿Qué os parece? ¿Las comentamos? Os dejo total libertad para contarme vuestras experiencias, opiniones, quejas, etc. en la zona de comentarios. (Siempre con respeto, por favor)

  •  Quiero un cachorro de mi perrito/perrita.
¿Para qué? Quien está familiarizado con los animales sabe que cada perro es un mundo; incluso dentro de la misma raza, cada perro tiene un comportamiento y carácter distinto e impredecible
Podréis decirme: "Pero yo quiero un hijo/hija de mi perrito/perrita para que se parezca a él/ella". Ok. ¿Cuánto te pareces tú a tus padres en cuanto a carácter? ¿Has desarrollado una personalidad propia basada en los diferentes aspectos de tu entorno o has calcado la personalidad de tus progenitores? No hay más preguntas señoría. 
  • Lo natural es que las perras críen.
Lo natural es que las perras no se tuviesen que ver obligadas a parir durante toda su vida por el simple capricho del humano. Lo natural es que las personas, consideradas animales ¿racionales? empleasen cabeza y corazón en realizar labores productivas y no dolosas para otros seres vivos. 

  • Es bueno que las perritas tengan al menos una camada.
Este es el argumento preferido de los veterinarios. Y no lo digo yo, lo dicen las estadísticas. Todavía no conozco a una persona no veterinaria que use este argumento sin haber sido asesorada por un veterinario. 
Es lógico pensar que parte de los veterinarios apoyen la cría, cuanto más indiscriminada mejor, de animales; al fin y al cabo es el negocio del que viven. Ojo, que no estoy diciendo que sea ilícito ganarse la vida como veterinario, pero creo que en determinadas profesiones, el factor vocacional y ético debería primar sobre el económico. 
Por otro lado, me alegra saber que cada vez hay más veterinarios buenos que promueven la esterilización y el control de colonias. Las razones no son cosa de risa. La esterilización evita futuros tumores, embarazos psicológicos en las hembras, alarga la vida de nuestra mascota, disminuye la ansiedad y agresividad (sobre todo en machos) del perrete en cuestión y, qué narices, si el perrete o la perrita siente la llamada de la naturaleza podemos despreocuparnos de tener que buscar hogar a los retoños (Punto a debatir más adelante).

  • Estoy mal de dinero y quiero sacar unos "eurillos". 
Pues sí, los hay a los que bien poco les importa la salud y bienestar de su compañero/compañera de aventuras si hay dinero de por medio. El egoísmo llega hasta tal punto en el ser humano de estar dispuesto a traficar con vidas anteponiendo esto a todo lo que un animal puede ofrecer a cambio de nada. El beneficio neto de compartir tu vida con un animal es incalculable. 
Y habrá quien diga: "Adoptar un perro/gato no es gratis, también es un negocio". Mentira. La adopción en sí no cuesta nada, sin embargo, se suele pedir una ayuda para cubrir parte del protocolo veterinario (vacunas, chip, esterilización, análisis, desparasitación, etc.) Este protocolo veterinario es recomendable siempre que se adquiere un animal de compañía (La implantación de chip identificativo y la vacuna de la rabia son obligatorias) y os animaría a consultar el precio de todo esto si intentáis hacerlo en clínicas privadas (no en protectoras de animales). La diferencia es clara ¿Verdad?
Por cierto, la cría y venta de animales sin licencia para ello está tipificado como delito. 

  • Porque sí, ¿A ti que te importa?
Pues me importa si la madre va a sufrir, me importa dónde va a acabar la camada, me importa que sólo pienses en tu ombligo antes que en quien daría su vida por hacerte feliz para siempre. Me importa porque mientras tú crías, otros animales son abandonados. Sí que me importa sí.


Y aquí van algunas de mis reflexiones/preguntas:

  • Para aquellos que gestionáis adopciones, seáis particulares o asociaciones, ¿Cuánto tiempo de media pasa desde que un animal es rescatado hasta que se da en adopción?
Me llama poderosamente la atención la facilidad que tienen estos "criadores" para encontrar casa a todas las crías de la camada. Es alucinante, teniendo en cuenta el trabajo que cuesta encontrar adoptantes que merezcan la pena. ¿Estaremos haciendo algo mal? ¿Buscaremos en lugares erróneos? 

Mi respuesta es: más tarde o más temprano conoceremos a la mayoría de esas crías que un día nacieron por deseo de alguien que no se paró a pensar, y las regaló a alguien que en un futuro desarrollará una alegría, tendrá hijos, se mudará y no podrá tener animales, se cansará del "juguete", le cogerá asco, se verá obligado a sacrificarlas por cualquier estupidez, etcétera. 

  • Para aquellos que alguna vez han criado o tienen intención de hacerlo. 
Todos los animales abandonados tienen un pasado. ¿Estás dispuesto a ser la causa de un nuevo abandono?

Para acabar con un poco de esperanza, me gustaría presentaros a unos amiguetes muy especiales. 

Este es Cherokee, un perrete muy saleroso que lo ha pasado realmente mal.
Cherokee ha pasado gran parte de su vida atado con una cadena y sin un techo bajo el que resguardarse.
Gracias a sus salvadoras tiene una nueva oportunidad para ser feliz.

Contacto:
Facebook: Sonia Pozo Cuevas (629322512)




 Aquí os presento a Hungo, un campeón de tan solo 11 meses de edad.

De él no se puede decir más que es lo más adorable y cariñoso del mundo, tanto con personas como con animales.

Hungo está deseando conocer a la familia que le dé todo el amor que necesita.

Contacto:
Facebook: Maria del Carmen Alcaide (carmen.asbaal@gmail.com)


Y por último, y no menos importante, Ron. Un perrito la mar de sociable, le encanta el contacto con las personas, perritos y gatitos.

Siente especial devoción por los niños.

Curiosamente, la causa de su abandono fue la alergia desarrollada por el niño de la casa.
Ninguno de los dos tiene culpa, pero una vez más se demuestra quién es el gran perjudicado.

Contacto:                                                       Facebook: Vero Gpi (adoptaotros@live.com o                                                                                                                                  ireneadopciones@gmail.com)


Espero vuestras opiniones, críticas, consultas, y sobre todo, difusión para mis amiguetes.

Nos leemos pronto.


martes, 25 de marzo de 2014

Media Maratón Cervantina de Alcalá de Henares 2014

Saludos, lectores. 
En esta entrada en la que estáis a puntito de adentraros me gustaría contaros una nueva experiencia vivida esta última semana. Os pongo en situación: 

Fin de semana del 21 de marzo. Como cada mes capicúa bisiesto, el fin de semana que coincide con la luna llena viajo a Valencia. 

Después de una semana en la que los entrenamientos han brillado por su ausencia debido a crisis de fe atravesadas, múltiples quehaceres, y otras tantas excusas sin fundamento; este viaje se presentaba como una buena forma de retomar la motivación, probar cosas nuevas y, en definitiva, volver a la carga.  
El sábado fue un día tranquilo, trote por la playa como primera toma de contacto. Lo duro vendría el domingo. Pocos conocen lo que ocurrió hace unos meses, cuando mi objetivo era debutar en la distancia de Filípides ni más ni menos que en Montaña. 
Obviamente, y haciendo caso al sentido común que en ocasiones se pasa a saludarme, probé cómo era eso de correr por montaña. Resultado: Bofetón de realidad de los que hacen afición. Lo de correr por montaña debería esperar al menos un tiempo. Sin embargo, ahí quedó la espinita clavada de superar una tirada con un desnivel interesante de una forma más o menos digna.
Y esto fue lo que me propuse: realizar una ruta por montaña a un ritmo con el que pueda considerarse que lo hice "corriendo".

Tras los dos primeros kilómetros urbanos a un ritmo de 4'15''  llegó la subida, 220m de desnivel positivo en algo menos de 3km. Puede que no sea el Mont Blanc, o el Kilimanjaro, pero creedme cuando digo que lo sentí a lo grande, llegando a escucharme las palpitaciones y alguna que otra voz que trataba de decirme algo que no llegué a comprender. 
Foto: Y como todo lo que sube tiene que bajar... Allá vamos!!! #runningUna vez llegados al punto más alto de la ruta, solo quedaba volver, superando subiditas y bajaditas la mar de divertidas. En más de una ocasión noté cómo el pie bailaba en alguno de los apoyos, pero podía continuar como si nada. ¡Soy invencible! Pensé. No Álex, lo que eres es un poco imbécil. Te acabas de hacer un esguince rico rico. Me dije unos días más tarde. Efectivamente, al enfriarse el pie pude comprobar cómo los ligamentos del tobillo no estaban en el mejor estado posible. Llamadme observador, pero levantarme el lunes sin poder apoyar el pie en el suelo hizo que intuyese algo. 


Y así pasó la semana, entre antiinflamatorios, hielo y unguentos para que el pie se curase milagrosamente en una semana. No podía ser, estaba previsto que el domingo siguiente debutase en Media Maratón, en la de Alcalá de Henares para más información; y ahí estaba yo el sábado, andando cual Playmobil de procesión. 

Existen testigos de que intenté ceder, sin éxito, mi dorsal para esta carrera; haciendo caso a la voz de mi conciencia que casualmente pasaba por ahí. 

Llegó el domingo, día de la carrera, y la situación no mejoraba. Tan solo quedaba confiar en que el pie se calentase y no diese guerra al menos durante la carrera. 

Siendo consciente del estado de mi tobillo, ¿Qué objetivo me puse en esa, mi primera Media Maratón? ¿Acabar? No. ¿Acabar entero? No. 1 hora 30 minutos estaría bastante bien, pero vamos a dejar el órdago para la segunda al menos. Me propuse llevar un ritmo constante de unos 4'30''/km, lo que daría 1h 35min aproximadamente. 

Pistoletazo de salida, 100 metros, 200 metros, parece que todo va bien. Noto unos "golpecitos" ciertamente irritantes. ¡LOS CORDONES! Empezamos bien, teniendo que parar porque el nene no sabe atarse las zapatillas. Pronto vuelvo a la pista intentado recuperar el tiempo perdido. En el paso por el kilómetro 1 marco 4'20'', ritmo que se repite en los sucesivos kilómetros. Sin rastro de dolor por el momento, la cosa no pinta mal del todo. 

Pasamos el primer avituallamiento en el kilómetro 5. Aún no estoy acostumbrado a eso de beber/comer en plena carrera, así que paso de largo. Llega el kilómetro 6 y empiezo a notar el pie que se suponía en forma. ¿En serio se me está durmiendo un pie y no llevamos ni la mitad de la carrera? Pues sí, así es, mi narcolépsico pie y yo continuamos la marcha como buenamente pudimos. Curiosamente el ritmo no disminuyó pese al pequeño contratiempo. 

Llegamos al kilómetro 9, para mí el kilómetro más bonito de la carrera, pasando por varias calles adoquinadas y donde comenzaba a notarse la mayor afluencia de público. El kilómetro 10, situado en el mismo punto que la salida marcaba que habíamos completado la primera vuelta (de dos) al circuito (44'16'').

Aprovecho en este momento para dar cuenta del segundo avituallamiento y continuar con la marcha. Se van sucediendo los kilómetros y mi cabeza entra en modo trabajo apenas sin darme cuenta hasta el kilómetro 15, donde pienso: ¡¡Vaya, menudo nivel de concentrAYSIETEYMEDIO, ESTE ES EL RITMO!!
Concentración que pierdo de golpe en el avituallamiento. El primer trago de agua entra directamente por la nariz. Decido no seguir arriesgando mi vida y suelto la botella. 

Allá por el kilómetro 16: -¡¡BUENOS DÍAS!!, ¡Aquí abajo! -¡OSTRAS QUÉ SUSTO! ¡Un pie que habla! Ya era hora de que te despertases. 

Y así fue como, tras conseguir que los dos pies funcionasen simultáneamente, puse la quinta marcha camino a la meta. 

Conseguí pasar por el kilómetro 20 en 1h 27 min 45sec. Esto significa que hice un tiempo de 43'29'' (aprox.) en el segundo 10k, superando, así mi MMP conseguida en la pasada prueba de los 10km de Madrid. A mí que me lo expliquen. 

Pocos minutos después llego a meta, marcando un tiempo total de 1h 32min 05sec. Tiempo con el que estoy muy contento. No podía pedir más a mi primera Media, tan solo que el tobillo no hubiese quedado demasiado tocado. 

Es por ello que he preferido esperar dos días para documentar mi experiencia en la prueba; con el fin de conocer con exactitud las consecuencias de la misma.  

No puedo decir otra cosa más que estoy contentísimo con el resultado, la única pega es que, quizás, haya puesto el listón demasiado alto para empezar; pero esto lo comprobaremos muy pronto. 
Por otro lado, dos días después de la carrera no queda rastro de dolor en el tobillo. No lo entiendo, pero no pienso darle más vueltas. ¡MAGIA! Y punto. 

Conclusión: Arriesgué y gané. No siempre será así, pero soy de los que piensan que es mejor arriesgar que preguntarse ¿Qué hubiese pasado si...?

Os dejo con una imagen de la llegada, compartiendo alegría con Víctor 1 y Adrían (centro), debutantes también en la distancia marcándose sendos carrerones, y con Víctor 2 (derecha) quien, pese a ir a medio gas marcó un tiempo  de mucho "cuidao". 

Encantado de conoceros. Espero volver a encontrarnos.



Nos leemos muy pronto. 

jueves, 20 de marzo de 2014

Ibiza, la galguita sin miedos


Saludos de nuevo lectores. 

A ver si me acuerdo de cómo se hacía esto... Vamos allá. 

Me gustaría presentaros a una nueva amiga que he conocido recientemente. Su nombre es Ibiza y es una perrita fantasma. Puede que esa sea la razón por la que no le tiene miedo a nada; ya no hay nada que la pueda hacer daño. 

Hace exactamente un mes, Ibiza vagaba por las calles de un pueblecito de Madrid, sin rumbo, sin más preocupación que comer para vivir, sin miedo. 

Ibiza paseaba ajena a su situación de perrita abandonada (Y digo abandonada porque nunca conoceremos con certeza su historia, pero yo no creo en las casualidades. Galgo + Febrero + Calle = Abandono, en la mayoría de los casos). Al igual que el resto de personas que paseaban por la zona eran, o parecían ser, ajenos a su presencia. 

Por más gente que se cruzaba con ella, nadie parecía reparar en la existencia de nuestra amiga Ibiza; nadie, excepto una persona. Esta persona fue quien, demostrando un poco de... ¿Cómo se dice...? Eso que usa el ser humano para sentir cosas... ¿Corazón?, se detuvo y antepuso salvar la vida de un ser vivo a sus quehaceres diarios. 

Cuando esta persona me avisó de que había visto una galguita que parecía abandonada pensé: Ya tenemos fiesta para largo. Fue inevitable acordarme de Vera, una galguita a la que costó rescatar varios meses. 

Sin pensarlo un segundo salí pitando de casa con el kit básico de rescate (chuches, correa y bolsitas de plástico). Sorprendentemente, cogerla no llevó mas de 10 minutos, que podrían haber sido menos, pero hay que andarse con mil ojos para no fallar. 

Antes de cogerla, la observamos con atención. Una perrita enorme, preciosa, imponente, y con una cara más dura que el cemento "armao"; no tenía ningún reparo en pasar a las tiendas más cercanas a pedir un poquito de comida, con nefastos resultados. Y aquí viene mi primera reflexión/pregunta:  

Ves entrar un perro visiblemente abandonado en tu establecimiento, en los huesos y desesperado por comer. ¿Qué haces?
a) Le ofreces comida y agua y le dejas ir. 
b) Te preocupas por su estado y te haces cargo de él/ella. 
c) Echas a palos al animal. 

Por favor, dejad un comentario con vuestra elección y la que creéis que es la opción que más se da en la realidad. 

Curiosa me pareció, como he comentado anteriormente, la reacción del resto de viandantes que se cruzaron en el camino de Ibiza y ni siquiera posaron su "ocupada" mirada en ella. Y pienso una cosa, que personas adultas no se quieran complicar la vida participando en el rescate de un animal abandonado puede ser medio entendible, ya darán cuentas a quien se las tengan que dar el día del "Juicio Final"; pero que no lo hagan, o ni hagan ver que lo hacen cuando van acompañados de niños queda demasiado lejos de mi entendimiento. ¿Qué tipo de educación puede estar recibiendo ese niño o niña? Ahí va mi segunda reflexión/pregunta: 

De paseo con tu(s) hijo/a(s) os cruzáis con un animal abandonado. ¿Qué haces?
a) Le explicas la situación a los niños y continuáis con vuestro camino mostrándoos apenados. 
b) Le explicas la situación a los niños y avisáis a quien corresponda para ayudar al animal si no lo puedes hacer tú personalmente. 
c) Empleas la táctica de "Si no miras no está". 
d) Evitas cualquier tipo de contacto con el animal abandonado y su entorno. Es problema de otro. 

De igual forma que en la anterior reflexión/pregunta, agradecería vuestra opinión y punto de vista sobre la realidad de esta situación. 

Y continuando con la historia, me resultó curioso, además de agradable el comentario de una señora que  estuvo a punto de reñirme por las condiciones (podéis imaginároslas) en las que tenía  a la perrita. Por supuesto, la hubiese aceptado de buena gana para después darle las gracias a la señora por preocuparse tan sinceramente. Son estas personas las que a veces hacen tener fe en el ser humano. 

Sabemos que quien adopte a Ibiza no se arrepentirá jamás. Su carácter alegre y amoroso hará las delicias de su futura familia; familia que ha de ser tan especial como ella. 

Ibiza adora estar en compañía, animal o humana, descansar en un mullidito sofá o colchón y, por supuesto, comer. Ibiza es algo parecido a un pozo sin fondo, no os dejéis engañar por sus líneas delgadas y estilizadas. Más de uno quisiéramos tener su metabolismo para comer lo que come y mantenernos con ese tipazo. 

Lo que más me ha sorprendido de su carácter es su valentía para afrontar la vida. Hemos podido comprobar que, al contrario que la mayoría de galgos rescatados con los que hemos tenido oportunidad de tratar, Ibiza no muestra miedo ante ningún estimulo típico, ni con personas  (ni siquiera hombres), ni con animales (ni más grandes ni más pequeños), ni con ruidos fuertes o movimientos bruscos. 

Tan solo hemos detectado algo ante lo que Ibiza se queda paralizada y temblando, encontrarse frente a campo abierto.  

Si os habéis enamorado irremediablemente de Ibiza y queréis conocerla no tenéis más que contactar conmigo por teléfono o mail.

Me comenta Ibiza que os estará eternamente agradecida si la dáis una oportunidad, o al menos compartís su historia con vuestros conocidos. 

Nos leemos pronto con buenas noticias. 

Álex 645065218   alejandro.stello@gmail.com