domingo, 13 de julio de 2014

Maratón de Madrid 2014 - Maratoneando por Madrid. Parte 2

Continuamos...

Nos ponemos en situación. Un par de semanas después de la aventura del Medio Maratón de Madrid y a unos días de la Gran Cita, lo que en un principio parecían dolores pasajeros, se convirtieron en un auténtico dolor de cabeza.

El miércoles antes de la carrera, a la desesperada, y contra mi voluntad, visito al traumatólogo en busca de una solución milagrosa (que no existe).

Diagnóstico: Periostitis tibial (Inflamación del periostio de la tibia (Inflamación de lo que recubre la tibia)).

Segunda opción: Fisioterapeuta.

Diagnóstico: Las cosas de los huesos mala solución tiene con masajes.

Conclusión: Hemos venido a jugar. Y con esta, la enésima locura en lo que al correr se refiere.

Llegó el gran día: Domingo, 27 de abril, 6.00 a.m. Decido cambiar la estrategia, el mismo día de la carrera, en cuanto a hora de levantarse, desayuno, y estrategia. Está claro que seguir las normas no es lo mío.

Después de un desayuno de campeones marcho para Madrid, esta vez con la certeza de que no tendré problemas para dejar mi mochila en el guardarropas; lo que me hizo ir bastante más tranquilo que en la carrera anterior.

Curiosamente, el tren de las 7:30 a.m. va plagado de personas extremadamente sonrientes, con una extraña expresión de felicidad en sus caras. Se cumple, no tan curiosamente, un patrón característico en todas ellas: visten con mallas, camisetas técnicas y zapatillas de colorines. ¿Casualidad? No lo creo.

Una vez en El Retiro, y sin equipaje más que la ilusión y las ganas de empezar pongo rumbo al Paseo del Prado, desde donde empezará la carrera. Intento no trotar ni andar más deprisa de lo necesario, ya habrá tiempo de sufrir.

Encuentro mi cajón de salida, esta vez libre de "presiones". Quedan poquitos minutos y a mi izquierda veo a todo el equipo de los @DrinkingRunners. Me dan una envidia que no es ni medio normal. Cómo se lo pasan, cómo disfrutan, y lo que es más importante, cómo ayudan con su proyecto de #KmsxAlimentos. Me gustaría saludarles, saber más de ellos, de esos héroes cada vez menos anónimos, pero mi enfermedad (vergüenza) me lo impide.

Pistoletazo de salida y ponemos rumbo al parque de El Retiro de nuevo, pero recorriendo el caminito marcado de 42,195 kilómetros.
La estrategia para esta carrera es clara: Correr por sensaciones y no por tiempo, pero con el objetivo en mente de acabar sub-3:30. Todavía no he encontrado nada que me impida poner la mesura suficiente en mi vida para ser realista, así que allá vamos.

Al igual que en la Media Maratón, los primeros kilómetros (6,5kms aprox.) son en subida gradual por el Paseo del Prado y Paseo de la Castellana. Estos kms discurren sin problemas, tan solo con molestias en la pierna izquierda que, como supuse, fueron desapareciendo una vez que se fue calentando.

Al llegar al 10k, con un ritmo cómodo de 5'/km, algo raro pasa; noto una fuerte presión en la rodilla izquierda y noto cómo se empieza a hinchar. El oscuro fantasma de la cintilla iliotiobial hace acto de presencia, y sólo acabamos de empezar. Se prevé una carrera dura.

Al cabo de unos minutos, intentando poner la mente en blanco, el dolor y el fantasma desaparece (o se esconden).

La carrera da un respiro con unos km de bajada bastante agradable. Como agradable es el ambiente por las calles que discurre la carrera. Puede que sea la magia del Maratón, pero recordaba las calles de Madrid bastante más vacías durante las carreras populares.

Sobre el kilómetro 19 llegamos a la Puerta del Sol y nos encontramos con algo que jamás había visto. El ánimo del público nos llevaba en volandas por la Calle Mayor y Calle Bailén. El volumen de público y la cercanía con los corredores hacía recordar las etapas de montaña del Tour de Francia en las que al público tan solo le faltaba abrazar a los ciclistas.

Y fue a partir de aquí cuando empezó mi verdadero Maratón.

A pesar de ir sin una estrategia previa definida, me había estudiado (lo que mi cabeza me había permitido) el recorrido. Sabía que alrededor del kilómetro 25 entraríamos en la Casa de Campo, saliendo de ella en el kilómetro 30.

No recuerdo bien el momento en el que perdí la consciencia de lo que estaba haciendo. Sólo sé que tras llegar a Plaza de España mi cabeza desconectó durante un tiempo y mis piernas pusieron, por primera vez el piloto automático.
Llegamos a una bonita zona verde, con alguna que otra subida que mi mente quiso identificar como la Casa de Campo. Esto fue un arma de doble filo, por un lado eso suponía que quedaban "tan solo" 10k para acabar; pero por el otro, al ser consciente del punto de la carrera en que me encontraba realmente me di de bruces con lo que entendí que era "El Muro".

La entrada (ahora sí) en la Casa de Campo significaba que aún quedaban 16k de "sufrimiento". El dolor en los pies producidos por la aparición de las primeras ampollas, el mazazo psicológico, y el grupito "solidario" que me encontré en el avituallamiento de la entrada al parque y que me empujó impidiéndome hacer uso del mismo hizo que esos siguientes kilómetros fuesen poco menos que un calvario.

Mirada al suelo y pasito a paso, pasando kilómetros como se pueda. No nos vamos a rendir ante el primer contratiempo, ni siquiera ante el segundo; para "Muro", yo.
Tras los 4k por la Casa de Campo salimos de nuevo a ciudad abierta, no sin antes pasar una nueva prueba. Señores organizadores, la "cuestecita" del metro de Lago, súper-oportuna.

A continuación llegan unos kilómetros de respiro, callejeando sin grandes complicaciones pero con un cansancio que va pasando factura. Cruzamos el Manzanares y ponemos rumbo hacia la última parte de la carrera.

Desde el kilómetro 35 hasta prácticamente el final de carrera son en subida constante. Aún sin tener que afrontar un gran desnivel, las piernas tienen cada vez menos fuerza y tan sólo funciona poner el piloto automático hasta el final. Un paso tras otro, ni siquiera los ánimos del público (entregado a los corredores) sirven para ganar un poquito de energía.

Sigo mirando al suelo fijamente, con un ritmo de 6:15/km, el máximo que mi cuerpo me permite. Tras subir todo el Paseo del Prado y Recoletos (kilómetro 39) algo empieza a ir peor de lo normal. Unos calambres bastante desagradables aparecen primero en mi pierna izquierda y más tarde en la derecha. De momento se puede aguantar y modificando un poco la pisada se puede sobrellevar.

Craso error, en el kilómetro 40 un fulminante pinchazo en el muslo izquierdo me hace parar, no hay otra opción. Tras intentar estirar un par de minutos continúo. Esto no se puede acabar a dos kilómetros de meta y tras más de tres horas y media de esfuerzo.

Continúo, kilómetro 41,5, esta vez siento el pinchazo en los dos muslos a la vez. Estoy a punto de caer a la lona en la misma puerta de El Retiro, no puede ser. Los ánimos de la gente son indescriptibles: ¡Ánimo!, ¡Tú puedes!, ¡Lo tienes hecho!, ¡Corre que ya estás ahí!.

No se pueden agradecer tantos ánimos, pero me era físicamente imposible andar. Tras una nueva parada, cojo aire para aguantar la respiración en los últimos metros de esta maratón que recordaré durante mucho tiempo.

Finalmente paso por meta en un tiempo de 3:43:26. Superior al que me había propuesto en un principio, pero muy inferior al que esperaba tras ver cómo se había desarrollado la carrera.

Después de todo hay que ser positivo, había mejorado mi MMP en más de 15' en mi segunda participación  maratoniana.

Aquí no acaba la historia de esta aventura maratoniana por Madrid, ni mucho menos. Los efectos colaterales de esta carrera han hecho que no sea capaz de encontrar ánimo para acabar la crónica en estos dos meses. Ahora que vuelvo a ver la luz al final del túnel, ya queda constancia de esta gran aventura, superada.

Puede que no sea el próximo año, pero volveré a correr el Maratón de Madrid, y yo seré el vencedor, disfrutando de su hermoso y duro recorrido.

 PD: A continuación mis estadísticas de carrera.



Nos leemos.